“No quiero hablar mucho. A todos los que nos gusta esta movida queremos que persigan a los que venden las pastillas, pero que sigan las fiestas electrónicas. Las autoridades creen que matando al perro se acaba la rabia”, explicó María Laura (23 años).
La joven estudiante de derecho reconoció que no se pierde ningún encuentro. “Nadie puede decir nada hasta que se sepa bien de qué murió ese chico salteño. Pero no tengo dudas de que será un llamado de atención para todos los organizadores”, añadió la joven.
La muerte de Andrés Rodríguez Bonazzi (26) encendió las luces de alarma. Participó de la fiesta, se descompensó, y a los días falleció en el Centro de Salud. Él, como la nutricionista platense Florencia Yturrioz que murió por intoxicación con éxtasis, eran amantes de la vida sana. El fiscal Ignacio López Bustos inició una investigación para determinar cuáles fueron las causas de su fallecimiento.
Los jóvenes consultados por LA GACETA temen que estos tipos de encuentros sean estigmatizados por la sociedad. “En las fiestas hay de todo. Están los que consumen drogas y los que no. Pero eso pasa en cualquier boliche y en las bailantas. Lo que pasa es que la electrónica está íntimamente vinculada al éxtasis. Pero también toman esas pastillas en otros lados”, comentó Juan Carlos García, estudiante universitario.
Mariano Herrera, también fanático de este tipo de fiesta, cree que los organizadores deben cambiar la mentalidad. “Ellos sólo piensan en el negocio. Por ejemplo, sabiendo que el consumo de líquido es fundamental para los que consumen este tipo de droga, te arrancan el mate por una botellita”, indicó. “Tampoco piensan en la gente. Concurrí a numerosos festivales grandes en otras provincias y en otros países. Los responsables ponen lugares para que la gente se hidrate gratis. También contratan ambulancias del sector privado para que actúen ante cualquier emergencia. Aquí nunca ví ni un enfermero”, finalizó.
“Todo el mundo sabe que en esa fiesta hubo varias chicas que se desmayaron. El calor y los problemas que se generaron al no poder comprar agua saltaron rápido. Espero que el que hizo esta movida aprenda de la lección”, recalcó Gustavo Heredia.
Fernando Estévez explicó que a su entender hay otro problema que los productores no terminan de resolver. “En determinado momento de la noche, las barras dejan de vender porque tienen miedo que el IPLA los multen. Tienen que hablar con las autoridades para explicarles que deben entender esta situación. Hay personas que consumen éxtasis y necesitan hidratarse. ¿Prefieren que se muera?”, se preguntó.
Carolina y su novio Pedro reconocieron que todos los consumidores de éxtasis con experiencias saben cómo deben actuar. “Vos vas a una fiesta y ves un grupo de chicos que cada uno tiene media docena de botellitas con agua. La hidratación es clave”, dijo la estudiante de enfermería. Él, que trabaja en un banco, agregó: “en todos te recomiendan no comprar pastillas en la fiesta porque las que te venden adentro son una porquería. Pero si vos la comprás afuera, al menos sabés quién te la vendió y que comercializa. El problema es que pocos lo hacen porque tienen miedo que se las quiten en la entrada”.